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viernes, 22 de octubre de 2010

Los Derechos para los Animales

ANEXO I

Los Derechos para los Animales

Peter Singer

La idea de que los animales debieran tener derechos fue muy ridiculizada cuando se presentó en la década de 1970. Es ahora cuando se está aceptando.

Peter Singer



La idea de que los animales debieran tener derechos fue muy ridiculizada cuando se presentó en la década de 1970. Es ahora cuando se está aceptando. El movimiento ha obtenido decenas de millones de adherentes y ya ha convencido a la Unión Europea que solicite que todas las gallinas tengan espacio suficiente para extender sus alas, para echarse y poner sus huevos en un nido, y que rechace el mantener cerdos y terneros en jaulas individuales demasiado angostas que no les permiten caminar o darse vuelta. Y los primeros días de este mes, los Californianos votaron 63 por ciento a favor contra un 37 por ciento en contra por una medida que, al comenzar en el 2015, le da a todos los animales de granja el derecho de pararse, echarse, darse vuelta y extender totalmente sus patas. Los 45 principales productores de huevos del estado tendrán que eliminar las jaulas que ahora albergan 19 millones de gallinas, y, ya sea, ponerlas en jaulas nuevas y más grandes con menos aves, o más probablemente, mantener las aves en grandes naves. La única granja productora de cerdos a gran escala de California también tendrá que darle espacio a todos sus cerdos para darse vuelta.



La presión ejercida sobre otros estados para que garanticen las mismas libertades básicas puede ser irresistible. Muchas personas ven este movimiento como una continuación lógica de la lucha contra el racismo y el sexismo, y creen que el concepto “derechos de los animales” pronto será un hecho tan común como la igualdad de salario y oportunidades para las mujeres y las minorías. Si eso sucede – y yo creo que así será – los efectos en los alimentos que comemos, cómo los producimos y el lugar que ocupan los animales en nuestra sociedad serán notorios.



Si esto parece radical, así también lo fueron el sufragio y los derechos civiles hace algunas décadas. La noción de que debiéramos reconocer los derechos de los animales que viven entre nosotros descansa en un fundamento ético firme. Un ser sensible es sensible sin importar a qué especie pertenece. El dolor es dolor, ya sea si es el dolor de un gato, de un perro, de un cerdo o de un niño.



Piense cuan ampliamente se diferencian los humanos en cuanto a sus habilidades mentales. Un adulto típico puede razonar, hacer elecciones morales y muchas otras cosas (como votar) que los animales evidentemente no pueden hacer. Pero no todos los seres humanos son capaces de razonar, no todos son moralmente responsables y no todos pueden votar. Y sin embargo nos esforzamos por proclamar que todos los humanos tienen derechos. ¿Qué, entonces, justifica que les neguemos al menos algunos derechos a los animales nohumanos? Los defensores del statu quo han tenido dificultades para responder esa pregunta.



Si los animales sí tienen derechos, ¿cuáles serían esos derechos? El derecho más elemental que cualquier ser sensible puede tener es que a sus intereses se les dé igual importancia. Posteriormente, las cosas se complican. Algunos defensores piensan que los animales tienen el derecho a vivir. Otros les dan más importancia a seres como chimpancés, que son capaces de entender que tienen una vida, que tienen expectativas y deseos dirigidos al futuro. Los partidarios del movimiento concuerdan en que la forma en que tratamos a los animales actualmente, como sujetos de prueba y productos de granjas de producción masiva, es flagrantemente incorrecta.



Si la sociedad gradualmente aceptara los derechos de los animales, daría como resultado cambios dramáticos. Algunas personas podrían aceptar la carne, los huevos y los productos lácteos compasivamente obtenidos si los animales vivieran una buena vida, en el exterior, en grupos sociales de un tamaño normal para esa especie. Pero esto probablemente comprobaría estar en una etapa provisoria. En la medida que la demanda por productos animales disminuya, la industria de la carne criaría menos pollos,pavos, cerdos y ganado. Eventualmente, el único ganado, cerdos y ovejas restantes serían pequeños rebaños mantenidos para que podamos llevar a nuestros nietos a ver cómo eran estos animales que antes abundaban. Las granjas de producción masiva – de carne, huevos o leche – desaparecerían. Si queremos continuar comiendo carne, tendremos que confiar en los científicos que actualmente están tratando de producir carne en tinajas. Cuando lo logren, será algo real, obtenido de células animales, no un sustituto de soya, y podría incluso no diferenciarse de la carne que comemos hoy. Pero como no involucraría a animales, y por tanto no habría sufrimiento ni matanzas, no habrían tampoco objeciones morales.



La leche y el queso no son más fáciles de conciliar que la carne. Las vacas no darán leche a menos que queden preñadas anualmente, y si los terneros se quedan con sus madres, no habrá mucha leche para los humanos. La separación de la vaca y su ternero produce angustia en ambos. A las gallinas no les preocupa mucho que se les extraiga sus huevos, y las gallinas genuinas de granja parecen tener una buena vida, pero los pollos machos tienen que ser sacrificados, y ningún productor comercial de huevos permite que las gallinas vivan más alla del momento en que su postura de huevos disminuye. Por esta razón los defensores de los derechos de los animales hoy en día tienden a ser vegetarianos.



Porque los animales se usan hoy en investigación, debemos encontrar alternativas. En Europa, los cultivos de células y tejidos ya han reemplazado algunas pruebas de productos con animales vivos, y aumentará dramáticamente una vez que la investigación perjudicial con animales se deje éticamente sin efecto. La investigación que usa animales puede no terminar totalmente, pero en un mundo “no especiecista” podría continuar sólo bajo los mismos términos o salvaguardas que usamos para investigar seres humanos que no pueden dar su consentimiento.



Nuestra mayor dificultad con respecto a otras especies puede estar en la búsqueda de tierras. El movimiento animal nos obliga a considerar que la tierra que no usamos es el habitat de otros seres sensibles, y debemos hacer lo que podamos para permitirles seguir viviendo en ellas, incluyendo la limitación del crecimiento de nuestra propia población. Aún las selvas presentan un problema. ¿Están los humanos éticamente destinados a impedir que unos animales maten a otros? Pensar en interferir en el funcionamiento del ecosistema sería presuntuoso, al menos por ahora. Haremos mejor en concentrarnos, primero, en reducir nuestro propio impacto perjudicial para nuestros animales domésticos.

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Publicado originalmente el 19 de noviembre de 2008 en Newsweek, http://www.newsweek.com/id/169881



¿Los animales sienten dolor?

¿Cómo sabemos que cualquiera, humano o no, siente dolor? Sabemos que nosotros mismos podemos sentir dolor. Lo sabemos por experiencias directas que tenemos cuando, por ejemplo, alguien apaga un cigarro encendido en la palma de nuestra mano.

Peter Singer

Los otros animales aparte de los humanos ¿sienten dolor? ¿Cómo lo sabemos?

Bueno, ¿cómo sabemos que cualquiera, humano o no, siente dolor? Sabemos que nosotros mismos podemos sentir dolor. Lo sabemos por experiencias directas que tenemos cuando, por ejemplo, alguien apaga un cigarro encendido en la palma de nuestra mano. Pero ¿cómo sabemos que los demás sienten dolor? No podemos experimentar directamente el dolor de nadie más, sea ese ''alguien'' nuestro amigo o un perro abandonado. El dolor es un estado de conciencia, un evento 'mental' y como tal nunca puede ser observado. Comportamientos como retorcerse, gritar, o retirar la mano del cigarro encendido no es dolor en sí¬; ni tampoco lo son las grabaciones que un neurólogo pueda hacer de las observaciones cerebrales del dolor mismo. El dolor es algo que sentimos, y sólo podemos deducir que otros lo están sintiendo por varias indicaciones externas.



¿Sólo es justificable asumir que otros seres humanos sienten el dolor como nosotros, hay alguna razón por la que tal deducción no sea justificable en el caso de otros animales?

Casi todas las señales externas que nos llevan a deducir dolor en otros humanos pueden ser vistas en otras especies, especialmente las especies más cercanas a nosotros - las especies de mamí¬feros y aves. Las señales de comportamiento son retorcerse, contorsiones faciales, quejas, alaridos u otras formas de grito, intentos de evitar la fuente de dolor, apariencia de miedo ante la perspectiva de su repetición, y otros. Además, sabemos que estos animales tienen sistemas nerviosos como los nuestros, que responden psicológicamente como los nuestros cuando el animal está en circunstancias en las que nosotros sentirí¬amos dolor: una elevación inicial de la presión en la sangre, pupilas dilatadas, transpiración, pulso agitado, y si el estí¬mulo continua, una caida de la presión sanguí¬nea. Aunque los humanos tienen una corteza cerebral más desarrollada que otros animales, esta parte del cerebro está relacionada con las funciones pensantes más que con impulsos básicos, emociones y sentimientos. Estos impulsos, emociones y sentimientos están localizados en el diencéfalo, el cual está muy desarrollado en algunas otras especies de animales, especialmente en mamí¬feros y aves. [1]

También sabemos que el sistema nervioso de otros animales no fue artificialmente construido - como un robot puede ser artificialmente construido - para imitar el comportamiento ante el dolor de los humanos. El sistema nervioso de los animales se desarrolló como el nuestro y de hecho la historia evolutiva de los seres humanos y otros animales, especialmente los mamí¬feros no divergieron hasta que las caracterí¬sticas centrales de nuestro sistema nervioso ya estuvo en existencia. La capacidad de sentir dolor obviamente mejora las esperanzas de supervivencia de una especie, puesto que ocasiona que los miembros de una especie eviten las fuentes del daño. Es seguramente irracional suponer que los sistemas nerviosos que son virtualmente idénticos psicológicamente, tienen un origen común y una función evolutiva en común y resultan en formas de comportamiento similares en circunstancias similares, deberí¬an de operar de una forma totalmente diferente en el nivel de sentimientos subjetivos.

La gran mayorí¬a de cientí¬ficos que se han hecho esta pregunta están de acuerdo. Lord Brain, uno de los más eminentes neurólogos de nuestro tiempo, ha dicho: ''Personalmente no puedo ver la razón para concederle mente a mi compañero hombre y negárselo a los animales... Yo por lo menos no puedo dudar que los intereses y las actividades de los animales están correlacionadas con el entendimiento y el sentimiento de la misma manera que el mí¬o, y que puede ser, que yo sepa, tan ví¬vido. [2]

El autor de un libro sobre dolor escribe: ''Cada partí¬cula de evidencia apoya la afirmación de que los mamí¬feros vertebrados superiores experimentan sensaciones de dolor al menos tan agudas como las nuestras. Decir que sienten menos porque son animales inferiores es absurdo; puede ser fácilmente demostrado que muchos de sus sentidos son mucho más agudos que los nuestros - agudeza visual en ciertas aves, oí¬do en la mayorí¬a de los animales salvajes y el tacto en otros; estos animales dependen más que nosotros hoy del entendimiento más agudo de un ambiente hostil. Aparte de la complejidad de la corteza cerebral (que no percibe el dolor directamente) sus sistemas nerviosos son casi idénticos al nuestro y sus reacciones al dolor extraordinariamente similares. Aunque careciendo (hasta donde sabemos) de los tonos filosóficos y morales. El elemento emocional es muy evidente, principalmente en la forma de miedo y enojo. [3]

Se puede pensar que eso es suficiente para establecer el problema; pero una objeción más debe ser considerada... Hay una lí¬nea vaga de pensamiento filosófico, derivada quizá de algunas doctrinas asociadas con el influyente filósofo Ludwig Wittgenstein, la cual sostiene que no podemos significativamente atribuir estados de conciencia a seres sin lenguaje. Esta posición me parece nada plausible. El lenguaje puede ser necesario para el pensamiento abstracto, a cierto nivel de todos modos; pero los estados como el dolor son más primitivos, y no tienen nada que ver con el lenguaje... Los bebés humanos y niños pequeños son incapaces de usar el lenguaje. ¿Debemos negar que un niño de un año puede sufrir? Si no, el lenguaje no puede ser crucial.

Entonces para concluir: no hay buenas razones, cientí¬ficas o filosóficas, para negar que los animales sienten dolor. Si no dudamos que otros humanos sienten dolor, no deberí¬amos dudar que otros animales también lo hacen... Los animales pueden sentir dolor.



Peter Singer

Profesor de Bioética Ira. W. DeCamp, University Center for Human Values, Universidad de Princeton

Extraido de Animal Liberation. 2a edición, Nueva York, 1990.

Traducido por Tais Thompson.



Notas

1. Lord Brain, 'Presidential Address'. In C.A. KEELE & R. SMITH, eds., The Assessment of Pain in Men and Animals. London: Universities Federation for Animal Welfare, 1962.

2. Supra, nota 1.

3. Richard Sarjeant The Spectrum of Pain. London: Hart Davis, 1969, p. 72.



1 comentario:

  1. ps esta pelicula de heartling esta mui pesada
    pero es la cruda realidad de como se consigue nuestros alimentos

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